lunes, 19 de abril de 2010

Filosofía para niños - Mathew Lipman


Mathew Lipman es reconocido por crear el programa de filosofía para niños, su objetivo era estimular las habilidades cognitivas de los estudiantes de forma con que ellos empezaran a practicar de manera libre y autónoma el arte del pensar. Su experiencia advino como profesor en Columbia University, mientras daba clase a grupos de adolescentes y jóvenes Lipman se dio cuenta de que el mayor problema que tenían los alumnos era de pensar, de analizar las informaciones y conectarlas, los alumnos resolvían sus problemas de forma totalmente automática y mecanizada, memorizaban lo que necesitarían para un examen y se acababa ahí su "aprendizaje" Los alumnos no eran creativos, no tenían una crítica ante lo que les era presentado, no conseguían analizar, interpretar lo que les era pasado, o sea, que no ejercitaban sus habilidades cognitivas. De ahí que hubiera empezado a investigar acerca de ello: la manera cómo ocurre la adquisición del conocimiento. Pensando en ello, Lipman defiende que la filosofía debe empezar desde muy temprano, no la filosofía esa de los grandes pensadores, como Sócrates, Platón, Aristóteles... sino que el profesor debería dejar de ser el centro de la enseñanza-aprendizaje, para que cada alumno tuviera el poder y control de lo que iban a aprender, volviéndose en un estudiante autónomo, libre para pensar, reflexionar sobre todo aquellos que les presentaban sus profesores. El profesor debería enseñar a los alumnos aprender a aprender, a pensar, a cuestionar, a formar nuevas ideas, a criticar de manera que consiguiera hacerlo solo en cualquier situación, a hacer aportaciones al grupo.

Como solución para el problema que había encontrado, Lipman creó un método en el que los profesores deberían basarse para que alcanzaran ese objetivo. La metodología utilizada en el programa era la creación de la comunidad de investigación. Para que se formara esa comunidad primero era necesario romper con el pragmatismo del ambiente del aula, organizando a los alumnos en círculo con el fin de que todos fueran vistos, de que todos participaran de la comunidad. Tras hacerlo, se hacía la lectura dinámica del romance que estuvieran trabajando, al final de la lectura el profesor agrupaba a los alumnos y les pedía que intentaran sacar las ideas principales del texto. Después de que los alumnos lo hicieran, él se encargaba de registrar en el pizarrón los asuntos de los cuales hablarían. Así empezaba el “debate filosófico”, un debate que llevaba a los alumnos a la reflexión, al cuestionamiento. El mismo método tenían los Socráticos en la antigua Grecia, utilizando un discurso caracterizado por la inducción por la propia persona, o sea, por su propio raciocinio, al conocimiento o a solución de su duda, además por la ironía, le llevaba al su interlocutor a entrar en contradicción, intentando después llevarlo a llegar a la conclusión de que su conocimiento é limitado, y entonces, dando apertura a las nuevas ideas.


Escrito por: Priscilla Festucci

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